“Siento la responsabilidad de ir cada año a ayudar a aquellos que no tienen nada”


Nancy Cruz Meyer, oftalmóloga formada en el Clínico de Zaragoza, lleva cinco años dedicando la mitad de sus vacaciones a operar altruistamente en una de las regiones más pobres de África.


“Estoy encantada de viajar al Chad y mientras pueda, iré todos los años por satisfacer la responsabilidad social que todos tenemos de ayudar a los más necesitados”. Lo dice la oftalmóloga cubana Nancy Cruz Meyer, voluntaria de Ilumináfrica desde que en su último año de especialidad en el Clínico de Zaragoza conoció el trabajo que esta asociación fundada por médicos aragoneses realiza en África. Desde entonces han pasado ya más de cinco años. Los mismos que esta doctora lleva renunciando a la mitad de sus vacaciones para operar altruistamente en el continente africano. “Este mes de noviembre será mi quinta expedición a la zona y la verdad es que estoy encantada de ir allí de año en año. Hay que ayudar y hacer algo para que esta gente tenga un acceso a la vida lo más digno y lo más decente posible“, afirma.

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Según un informe de las Naciones Unidas, El Chad es uno de los países más pobres de África –el quinto más pobre del mundo-. “La pobreza que ves allí es tal que la situación te toca y tu escala de valores cambia. Te sientes responsable por vivir en un mundo mejor y te entra la obligación moral de ayudar a aquellos que están más necesitados”, relata esta voluntaria.

En cada expedición que realizan suelen desplazarse a la zona dos oftalmólogos, una enfermera y un óptico. Una vez allí viajan entre ocho y nueve horas en coche por carreteras muchas veces intransitables hasta llegar a su lugar de destino: el hospital Saint Joseph de Bebedjia, situado al sur de la República del Chad.

El hospital es muy diferente a cualquier otro de aquí de España. Habrá unas 300 camas y casi todas las personas que estamos allí–desde pediatras a oftalmólogos– somos cooperantes que venimos de distintas oenegés”, cuenta esta doctora. Por la mañana es el turno de las consultas de oftalmología, por las cuales pasan entre 100 y 130 personas al día. Al caer la tarde, el equipo de cooperantes de Ilumináfrica realiza entre 10 y 15 intervenciones quirúrgicas por jornada. “Un 90% de las operaciones que realizamos son de cataratas, una patología muy frecuente en la zona y que acaba por dejar ciega a un porcentaje importante de la población chadiana”, explica Nancy. Además, operan también de párpados, realizan evisceraciones –para quitar ojos ciegos dolorosos– y se practica alguna que otra cirugía de glaucoma, una de las operaciones más complicadas de realizar en este hospital chadiano por la escasez de medios que en ocasiones enfrentan pese a todo el material donado que se lleva a la zona.

“Hubo una tarde que llegue a ver entre 70 y 100 pacientes. Me acuerdo que quisimos para la consulta y no pude porque la gente entraba, abría las puertas… yo rompí a llorar de ver la necesidad que tenían de ver al oftalmólogo y _iluminfrica2_277c946econtinúe operando hasta pasada la media noche”, recuerda Meyer orgullosa de aquella jornada. La sonrisa frente al espejo de todos aquellos a quienes con su trabajo ha devuelto la vista le recuerda a esta cooperante por qué debe volver al Chad de año en año. “Hay muchos pacientes que te dicen: ‘usted es Dios, porque me ha salvado la vida’. Cuando vuelvo a España y la familia o los compañeros me preguntan si repetiré experiencia, yo siempre contesto lo mismo… Cada expedición puede salir mejor o peor, pero lo verdaderamente grave sería no volver después de toda la necesidad que ves allí“, concluye.

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